11 de septiembre de 2012

Koloreztatutako Horma


Paso a paso, camino piedra a piedra, el suelo coloreado del mundo infeliz que un día soñé y creé.

Intento tachar, borrar o tirar, toda lágrima mal intencionada que cuente las hazañas de la nube de pesadillas que un día me quiso ahogar.
Salto lo más alto que mi cuerpo asume, para intentar sumergirme en la nube más pequeña.
Canto, para ahuyentar los malos ratos que el destino me quiere lanzar.
Sueño, o al menos lo intento, con aquel manto rojizo que aquel día coloreé.

Miro a lo lejos, donde las gaviotas persiguen a la claridad, donde huyen para no ser escondidas en el manto de la oscuridad.
Caigo a una velocidad vertiginosa y no veo nada que me pueda acolchar.

Mis lágrimas desatan una cadena de desilusiones forzadas, donde el manto rojizo se envuelve de oscuridad, y en aquel mar calmado surge una tempestad.

Gota a gota, cubro mi rostro cansado y desorientado.
Donde caer donde gritar cantar…donde soñar.
Creo haberme hecho esa pregunta más de una vez.

Cada día intento crear un nuevo color para continuar aquel mural que un día comencé a dibujar.
 Mil sonrisas y ni una lagrima es lo primero que verás, marcadas con exclamación grito con mi último aliento mis ganas de volver a crear, cada uno de los sueños perdidos allá en la profundidad.

Siempre es mala idea volver a aquel mundo creado una vez.
Imposible de limpiar y ahuyentar a los ladrones de la claridad, mi mundo fue robado por la oscuridad.
Hoy desde lo alto de la pequeña nube del cielo infinito, se puede observar, la sonrisa más pequeña de mi mural.

Lo siento por no enfadarme
Lo siento por no gritarte.
Perdóname por sonreírte o susurrarte.
No me hagas caso cuando te cante o cuando te observe.
No me mires cuando te agarre.
Cierra los ojos y déjate llevar.
Déjame continuar mi mural, que así llegare a la felicidad.